En Huanchaco, los pescadores utilizan caballitos de totora, que son embarcaciones tradicionales. En los últimos años, se utilizan para cabalgar las olas en un deporte parecido al surf. En esta historia se honra a Don Antonio Urcia, un pescador visionario que llegó y aseguró la totora como patrimonio cultural para las generaciones presentes y futuras.

Don Antonio Urcia Arroyo fue el primer pescador de Huanchaco que trajo la totora desde Chan Chan y la plantó en lo que hoy se conoce como “humedales”. Los pescadores de Huanchaco siempre tuvieron Totora de la zona de Chan Chan. Aun así, tengo el presentimiento de que algún día, la Totora que nadie cultivaba se extinguirá, o en el peor de los casos, se prohibiría su extracción por ser del dominio de los “gentiles”. Y fue en los años 30 que Antonio comenzó a sembrar totora en la zona de Huanchaco. Lo tacharon de loco y otras cosas, pero fue un visionario, y Huanchaco vive hoy gracias a su salvajismo.

La Totora se cultiva en los humedales de Huanchaco desde hace siete décadas y es, en efecto, la contribución de Don Antonio Arcia al pescador de Huanchaco. Cualquier manifestación tangible o inmaterial que utilice la caña como materia prima tiene una deuda de agradecimiento con Don Antonio García. Él, al igual que sus contemporáneos, siguió practicando la pesca artesanal manteniendo el equilibrio ecológico.

Don Pedro Santos lleva la Urcia de Huanchaco y el Siche de Moche en la sangre. Sus hijos, John y Juninho, han ganado honores y competiciones locales y nacionales de surf para completar el cuadro. Don Antonio Urcia, sin duda, brilla de alegría allá en el otro lado del agua, donde los Chimes se han tomado un descanso.

Esta es tu guía de Huanchaco, Perú, si buscas comida, aventura o una zona estupenda para surfear.

El relajado caserío de Huanchaco, situado a menos de media hora de la agitada y anodina ciudad de Trujillo, en la región noroeste de Perú, es el hogar de surfistas, playeros y soñadores que desean relajarse durante unos días.

De acuerdo, tengo que elogiar las casas coloniales magníficamente mantenidas que bordean la Plaza de Armas de Trujillo. Sin embargo, una manzana más allá, podrías estar en cualquier ciudad latina de cemento y polvo.

Incluso si tiene que volver a la estación de autobuses de Trujillo para continuar su viaje, Huanchaco es el lugar donde alojarse. A menos que llegues en avión, por supuesto. El aeropuerto está convenientemente situado cerca de esta relajada ciudad costera, que ofrece suficientes cafés, bares y otras diversiones para mantenerte ocupado hasta tu próximo destino.

Huanchaco no es un paraíso para los amantes de la comida, pero cuenta con una buena selección de restaurantes para su tamaño. Un gran sándwich en una panadería, pinchos de carne a la parrilla de un vendedor ambulante o un almuerzo centrado en el marisco en uno de los muchos restaurantes de la franja principal son opciones. No hay que ir muy lejos.